viernes, 9 de octubre de 2009

NUÑOS MINEROS ¿ALQUIEN PUEDE CREER QUE MEREZCAN ESO?


Un grave fenómeno de explotación infantil ocurre en Latinoamérica, donde existen alrededor de 1 millón y medio de niños y adolescentes que trabajan en la minería artesanal, los que nunca pueden ir a la escuela, los se ven obligados a desarrollar un trabajo pesado, insalubre, sin ninguna seguridad, los que están sumidos en una niñez de analfabetismo y miseria.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) otros 650 mil estarían en riesgo de ingresar a esta peligrosa actividad. La condición de pobreza de las familias, la limitación en el acceso a servicios de calidad en educación o salud, la falta de alternativas para el uso del tiempo libre, los factores culturales y las escasas oportunidades de mejora de ingresos serían las principales razones de la existencia y el aumento del número de estos pequeños trabajadores. Esta realidad refuerza la situación de exclusión y marginalidad en la que viven millones de personas en el Continente.

La OIT estima que cerca de 150 mil niños y niñas peruanos están vinculados a la extracción del oro, mientras que en Colombia las cifras del Gobierno indican que alrededor de 730 mil estarían laborando en la explotación de oro, carbón, esmeraldas y arcilla en diferentes regiones del país. En Bolivia, más de 176 mil niños y niñas participan en la extracción de estaño, zinc y plata y en Ecuador el número de trabajadores infantiles mineros se estima en 1500.

Hay canteras de piedras en la mayor parte de los países del mundo, y el trabajo infantil existe y ellos pueden ser vistos rompiendo piedras a lo largo de los caminos, o cortando y arrastrando rocas desde los fosos donde se producen estos materiales. Nadie sabe realmente cuantos niños y adultos han hecho de este trabajo una manera de vida. La minería de pequeña escala y artesanal emplea aproximadamente 2,5 millones de personas en todo el mundo, un millón de los cuales son niños que no llegan a los 15 años. Este número está aumentado dado que la tendencia actual es de trabajar más en la minería de pequeña escala que en las grandes minas dentro del sector formal.

En Perú, por ejemplo, muchos pequeños comienzan ayudando a sus madres en tareas "sencillas" de selección de desmonte minero o “bateando” en el río durante largas horas a la intemperie. Luego empiezan a apoyar la extracción del mineral en los túneles, el transporte a la superficie y su procesamiento, proceso en el que se exponen a explosiones, derrumbes, asfixia y contaminación con sustancias tóxicas como el mercurio, cianuro y otros ácidos.

Lo mismo ocurre en los demás países

Estudios desarrollados por la OIT en diferentes países de Sudamérica han identificado que los niños y niñas trabajadores mineros presentan cuadros de desnutrición y retraso en su crecimiento, situaciones que se suman a casos de intoxicación crónica con sustancias utilizadas en el tratamiento de los minerales, deterioro neurológico ocasionado por los mismos agentes, así como otras lesiones y discapacidades originadas por accidentes y por condiciones de trabajo que superan ampliamente la capacidad física y la fuerza de los niños.

En Perú, Doe Run (DRP) es la planta de fundición de metales múltiples de La Oroya. Este complejo es una enorme fuente de metales pesados y de emisiones de dióxido de azufre, en él trabajan más de 500 niños y sufren los severos problemas de salud, particularmente por el envenenamiento con plomo en la sangre y problemas respiratorios crónicos.

Según un estudio realizado por el Ministerio de Salud de ese país, el 99.1% de los niños en La Oroya sufren de intoxicación por plomo, mientras que el 20% requiere urgentemente de hospitalización

América Central no es ajena a este problema. En Guatemala, niños y niñas han sido detectados, en canteras, arrastrando cargas pesadas, respirando partículas contaminantes y utilizando peligrosas herramientas y equipos para el triturado de piedras y minerales. Mientras que en países como Nicaragua, por ejemplo se observan, confinados en la oscuridad de estrechos túneles, otros niños, niñas y adolescentes centroamericanos que laboran largas jornadas en minas, siendo expuestos a graves accidentes que afectan su seguridad y su salud, así lo expresó Guillermo Dema, coordinador subregional del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de OIT.

El organismo internacional OIT ha lanzado una campaña para eliminar el trabajo infantil en las minas y canteras y que al cabo de 10 años se pueda retirar a un millón de niños de las minas y llevarlos a la escuela, para que se forjen un futuro, y para poder crear estructuras que garanticen que no volverán a ser sometidos a esta peligrosa forma de trabajo y de explotación.

Para ello, la OIT está trabajando conjuntamente con la CASM (Communities and Small-Scale Mining), una red mundial de agencias y especialistas de la minería de pequeña escala, que agrupa empresas, sindicatos, gobiernos de países donde existe este tipo de minería, donantes y otras organizaciones internacionales, así como el público en general, especialmente jóvenes.

Las cifras son alarmantes, hay más de 2,5 millones de niños que trabajan en todo el mundo, 86 millones de niños son menores de edad y otros tantos trabajan en la economía informal sin protección legal o reglamentaria.

Cada año mueren 38 mil niños en accidentes relacionados con el trabajo, el mayor número de estos son menores de 15 años que trabajan, 1,5 millones se encuentran en la región de Asia y el Pacífico y la mayor proporción de niños que trabajan se encuentra en África, casi un tercio son niños menores de 15 años

La experiencia del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT en proyectos piloto en Bolivia, Colombia, Ecuador, Mongolia, Níger, Perú y Tanzania, demuestra que es posible eliminar el trabajo peligroso que realizan los niños y las niñas, ayudando a las comunidades mineras a adquirir derechos legales, organizarse en cooperativas u otras unidades productivas, mejorar la salud y seguridad en el trabajo y la productividad de los trabajadores adultos y asegurar servicios esenciales tales como educación, salud, agua potable y saneamiento en estas comunidades situadas a menudo en zonas muy alejadas.

Actualmente, uno de cada seis niños en el mundo está implicado en alguna forma de trabajo infantil, realizando trabajos que perjudican su desarrollo psicológico, físico y emocional. Esos niños trabajan en diversas industrias, y en muchas partes del mundo. La gran mayoría desempeña sus actividades en el sector agrícola, en el que es posible la exposición a productos químicos y a equipos peligrosos. Otros son niños de la calle, que se dedican a la venta ambulante o hacen recados para ganarse el sustento. Algunos trabajan en el servicio doméstico, se prostituyen o trabajan en fábricas.

Fuente Mercurio digital http://elmercuriodigital.es/content/view/22153/392/

sylviaubal@gmail.com

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